Le habían pedido que lo describiera en una palabra, pero eso era imposible, él no era palabras, era sentimientos y sensaciones... apenas si podía recordar la primera vez que lo vió; lo recordaba fumando, mirándolo todo con atención, callado, parecía inmerso en demasiados pensamientos; lo analizaba todo, las conversaciones, los gestos. La primera vez que él le dirigió la palabra fué una sorpresa, ella no lo esperaba, él jamás le había dicho una palabra antes, curiosamente, a pesar de las obvias diferencias y contra todas las probabilidades, se convirtieron en muy buenos amigos, claro que había temas en los jamás se ponían de acuerdo, sin embargo, en otros, los importantes, eran muy afines. Al pasar de los años, se habían convertido en guardianes de secretos mutuos, en cómplices de historias, en fieles observadores de la vida del otro, se dejaban de ver por largas temporadas, pero de alguna manera siempre se reencontraban. Sus encuentros siempre conllevaban a largas pláticas, abrazos fuertes y sinceros, nunca opinaban de sus vidas, se escuchaban, se comprendían, se aceptaban así, tal y como eran.
Ahora que pensaba en ello; él era tabaco y piel, libros, cine, política...había peculiaridades en él que siempre la tomaban por sorpresa, cómo aquella vez en que le dijo que le gustaba su aroma, dulce, ella se sorprendió, él jamás invadía su espacio personal, como podía percibirlo desde esa distancia, justo por eso ella no usaba perfume, le gustaba el olor de su propia piel, los perfumes la mareaban y le revolvían el estómago... Ahora él se había convertido en mucho más, algo había cambiado, ahora era café y chocolate amargo, viento frío y olor a lluvia, se había convertido en cielos al atardecer, en paisaje de ciudad, en sueños, esos en los que ahora lo encontraba constantemente, esos sueños, ahora recurrentes, de los que despertaba suspirando con una enorme sonrisa.
Hacía poco tiempo que ella comenzó a conocerlo de verdad, y empezó a admirarlo, fue impactante darse cuenta que había tanto de él que no conocía, tanto de su vida sobre lo que jamás había escuchado, empezaron hablando de un tema recurrente para terminar hablando de tantas cosas; siguieron hablando durante toda la noche, hubo más días y noches en las que compartieron recuerdos, pensamientos, confidencias,charlas que fueron desnudando sus almas y sólo quedaron ellos, su esencia. Las cosas se sucedieron de forma natural, tan rápido; así pasaron de ser amigos a ser eso que eran ahora; por eso él había dejado de ser palabras, dejó de ser una descripción, dejó de ser una definición, se convirtió en aroma a café recién hecho, conversaciones interminables, sueños recurrentes, lecturas en voz alta, se volvió cálido abrazo, aliento en el oído, cómplice de travesuras, inspiración creciente, amor absoluto, cenas perfectas, risas y miradas alegres, se tornó hogar.